COLUMNA: ¿Cómo llegamos hasta aquí?

Somos una corporación privada sin fines de lucro. Nuestra labor, por convicción, tiene por principio  intransable la defensa de los derechos humanos, especialmente en los grupos vulnerados, lo que como horizonte ético y moral obliga, en no pocas ocasiones, a tomar posición respecto de temas, casos y situaciones que impliquen un menoscabo en las posibilidades de que todas las personas, sin distinciones, puedan ejercer estos derechos en el marco de una sociedad democrática, donde la ciudadanía tiene la prerrogativa de exigir a las autoridades realizar todo lo que esté a su alcance para dar cumplimiento al mandato que, como representantes de quienes conformamos la sociedad, tienen la obligación de cumplir: velar por el respeto de las leyes, garantizar una convivencia democrática, luchar decididamente por derribar las barreras que impiden el ejercicio igualitario de los derechos y desarrollar las bases de la sociedad. Las autoridades deben trabajar por asegurar la dignidad de las personas y por restituirla con celeridad cuando han sido despojadas de ella.

En consecuencia, no podemos permanecer indemnes ante las situaciones que se han observado en los últimos días, donde, una vez más, se utilizan posiciones de privilegio y se cuestiona la validez de las pruebas condenatorias en el caso de abuso sexual de menores en que ha sido condenado el Sr. Eduardo Macaya Zentilli. Al mismo tiempo, la ciudadanía va conociendo pormenores en el proceso que indican, nuevamente, que el condenado ha gozado de privilegios que no hacen más que reafirmar que incluso, en el terreno de la aplicación del derecho y el alcance de la justicia, resulta malamente evidente como se perpetúan los escenarios de inequidad, discriminación e injusticia, dependiendo de la clase social a la que se pertenece y la posición de poder desde la que este se ejerce.

Ahora bien, como directora de esta corporación legítimamente me hago la siguiente pregunta ¿Como llegamos hasta aquí?

En primer lugar, impacta que en el año 2024 siga administrándose la justicia de manera antojadiza, la sensación colectiva de que el pertenecer a los sectores privilegiados de la sociedad, no solo implica un factor protector frente a la delincuencia, sino que, además, permite rehuir de las manos de la justicia cuando uno de sus miembros es quien resulta condenado por algún delito, ejemplos para ello hay de sobra.

Me impacta el caso del padre del senador Macaya, el abusador sexual de menores, condenado por ello, por lo que no cometo injuria alguna en llamarlo de ese modo: ABUSADOR SEXUAL DE MENORES.

Me impactan las declaraciones del senador, quien deliberadamente hace uso de un espacio de poder para ejercer sus influencias y emitir libremente sus opiniones… no, no, no, no quiero caer en eufemismos para describir la situación, el hecho es claro y no da pie a interpretaciones confusas… el senador hace uso de un espacio público para hacer una DEFENSA y CUESTIONAR las pruebas a partir de las cuales se condenó a un ABUSADOR SEXUAL DE MENORES, SU PADRE.

Me impacta que el argumento sea la edición del video como prueba en el juicio de su defensa. Me impacta que el énfasis del caso sea la distorsión entre dos conceptos: las cosquillas y el manoseo. No resiste ningún tipo de análisis, pues la diferencia entre uno y otro no da para confundirse, no da para malinterpretarlo.

Me impacta que las autoridades salgan a dar declaraciones a destiempo, de manera reactiva, frente a un hecho, dos hechos, tres hechos… graves, gravísimos, solo por acaparar pantalla. Tiempo de elecciones… tiempo de acomodos, tiempo de promesas. No hago distinción alguna de la procedencia política, la simpatía o cercanía que puedo tener con algún sector político, no me priva de emitir opiniones.

Se preguntan y condenan después los porqués del estallido social, se dice no entender de dónde emerge tanta rabia, tanta violencia, tanta impulsividad, tanto alboroto y destrozos a la infraestructura de utilidad pública. Foros televisados nos regalan horas de interminables diagnósticos al respecto. Confunden a ratos a los ciudadanos… ¿será que el Congreso se trasladó a los canales de TV?, es más fácil encontrar a un honorable ahí que en su distrito.

Del impacto paso a la indignación. Al escuchar las declaraciones del martes del senador Macaya, al hacer un mea culpa rasca, aduciendo que le falto empatía, que no debería haber mencionado las pruebas… no senador, a usted no le falto empatía, a usted le falto y es carente absoluto de decencia.

Usted ostenta un cargo público, un cargo por elección popular, ¿tiene noción de aquello? Me impacta que el juicio político hacia usted sea abandonar el cargo de presidente de un partido político, como un llamado al orden. ¿Cómo es que llegamos a esto?, ¿cómo es que nos arrebataron la esperanza y la dignidad?

Senador Macaya, el cargo que usted ostenta y el poder del que de él deriva es fruto de un ACTO DE CONFIANZA. No fueron sus colegas quienes votaron por usted, fue la ciudadanía… no olvide estas tres palabras: ACTO DE CONFIANZA, el cual bajo ningún punto de vista ni concesión alguna, le da el derecho de amparar la impunidad.

Por cierto, culpa alguna tiene usted, como hijo, de los delitos cometido por su padre… DELITO no errores. DELITO. Pero usted es culpable de asumir que, por ser senador de la república, tiene el derecho adquirido de hacer catarsis con sus declaraciones en un medio público y masivo. La experiencia me ha llevado a entender que, si no tengo nada valioso que decir o aportar, guardar silencio es una obligación.

Personas como usted son las que después cuestionan por qué las víctimas de abusos sexuales tardan años en denunciar… por declaraciones como la suya, por las reacciones, omisiones, y NO acciones de la institucionalidad frente a este tipo de delitos.

Los colegas de su sector hoy en día valoran que usted haya reconocido su error, como si eso fuese suficiente, como si aquello fuese un acto de valentía, como si bastara eso. Tan poca es la valoración que tiene la clase política para esta clase social, la que es abusada, ignorada, la que al, no tener ni influencias ni poder, debe callar y seguir juntando rabia, desprecio, pero lo más grave… seguir viviendo sin esperanza.

Ha sido común escuchar estos días que lo ocurrido solo confirma que existen categorías de ciudadanos, y que la justicia se aplica de acuerdo a la procedencia de cuna, de acuerdo a la posición social que cada quien tenga… para demostrar empatía en tiempos de elecciones los honorables, en manada, declaran que aquello es impresentable, amenazan con mociones, con gestiones que llevaran a cabo a las instituciones involucradas para exigir sumarios… porque la justicia debe administrarse para todos por igual. No estoy de acuerdo, no debiera ser para todos igual, para quienes ostentan cargos o espacios de poder, la exigencia debiese ser mayor, aún más cuando la autoridad utiliza plataformas para defender delitos, ampararlos, justificarlos.

Me asquea esta noticia y me niego a que me arrebate lo poco de esperanza que me van dejando los honorables, por sus opiniones y omisiones. Me asquea prender la TV y ver a su padre ABUSADOR SEXUAL DE MENORES cargando sus bolsitas y subirse a una cómoda 4×4, rumbo a su casa a cumplir la cautelar de reclusión domiciliaria a la cual accedió, por derecho, por un monto de 150 millones de pesos, que le serán devueltos, por cierto.

Le hare una confesión senador, ayer llegué a mi casa después de un grato día laboral, disfruto lo que hago, estoy convencida que es un aporte, que mis compañeros de trabajo son valiosos y nos cuidamos, nos queremos… sí, soy privilegiada en hacer lo que me gusta. Eso fue interrumpido cuando prendí la TV y lo volví a ver, escuché sus declaraciones, volvieron a exhibir las imágenes de su PADRE ABUSADOR SEXUAL DE MENORES, mi cuerpo reaccionó y vomité… fíjese usted, una ciudadana que ni siquiera votó por usted, que no tiene afinidad alguna con sus pensamientos ni ideología… no tuve tiempo de contener el impulso… fue como si una ventolera fétida me hubiese contaminado. Contaminó mi ánimo a tal punto de dedicarle un tiempo para hacérselo saber. Imagínese usted lo que deben sentir los menores abusados, haga el intento, esfuércese, senador, en poner en práctica la empatía. Réstele complejidad al ejercicio, cierre los ojos y en reemplazo de los menores abusados por su padre imagine a sus hijos.

Hoy en día, la discusión pública gira en torno a las presiones del voto obligatorio… qué enajenados se encuentran de la ciudadanía… qué desolador es el panorama de desconexión con nuestras demandas, forzando a replegarnos en un silencio contenido por la impotencia. No hay que ser muy visionario ni perspicaz para darse cuenta de que todo esto se incorporará a la olla a presión como un ingrediente más para el guiso del descontento… la misma olla donde se cuece a fuego constante un nuevo 18 de octubre.

FRANCISCA SANZ, DIRECTORA DE LA CORPORACIÓN GESTIÓN Y ACCIÓN

FELIPE LAVANDEROS, DIRECTOR DE CONTENIDOS

Related Posts

Ir al contenido