Barreras y prejuicios en la Inclusión Laboral de Personas en Situación de Discapacidad

En estos días cuando la ley de inclusión laboral ya es un hecho y donde las empresas comienzan a articular dentro sus organizaciones un discurso de inclusión y de diversidad, quisiera detenerme en algunos puntos que hemos observado dentro de nuestra gestión de apoyo a las empresas y de inserción laboral de las personas en situación de discapacidad.

Hay empresas que declaran en sus políticas corporativas la inclusión y la diversidad como un pilar fundamental de su cultura organizacional, pero al comenzar la intervención nos encontramos con algunas barreras que son necesarias de derribar para que realmente avancemos en el cambio cultural que la responsabilidad social empresarial impone en estos tiempos.

Sin duda la barrera actitudinal es la más difícil de eliminar. Existen  muchas personas que se basan en preconceptos basados en estereotipos y prejuicios que van construyendo una percepción de que las personas en situación de discapacidad son sujetos de asistencia y no de derechos. Esta percepción, que ya esta socializada hace muchos años, es vital erradicarla en nuestras subjetividades y entender que una persona en situación de discapacidad no es una persona que esté buscando caridad, ni el beneficio de actitudes y políticas asistencialistas, ya que esta apreciación, obsoleta por lo demás, pone a las personas “sin” situación de discapacidad como sujetos y a quienes presentan alguna situación de discapacidad como meros “objetos” a la espera de una acción a su favor.

Es exactamente este concepto el que debemos derribar, debemos movilizar la generación de un  cambio paradigmático que nos  sitúe en la verdadera dimensión de que todas las personas somos sujetos de derechos sin distinción, y que por tanto el accionar del estado como el de los privados,  deben cautelar y respetar estos derechos.

Hace 10 años nuestro país ratificó la Convención de las Naciones Unidas Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, cuyo objetivo es resguardar el goce pleno de los derechos humanos y libertades fundamentales en igualdad de condiciones y en todos los ámbitos de la vida personal.

Entendiendo y avanzando sobre estos principios, es que realmente empezaremos a construir una sociedad que sitúe a las personas en situación de discapacidad como sujetos  de derecho y donde la inclusión y el respeto a la diversidad sean una actitud permanente y una realidad.

Orlando Retamal R.
Psicólogo Corporación Gestión y Acción

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